"Uno se enamora lentamente de Roma, poco a poco, pero para siempre" (Nikolai Gogol)

martes, 24 de agosto de 2010

La cornamenta de San Eustaquio


El maestro Enric González con sus historias de Roma me puso sobre la pista de esta curiosidad romana. ¿Sabían ustedes que en Roma, en el Rione de Sant'Eustachio, hay una pequeña iglesia que da nombre al barrio en la que no se celebran bodas? Parece ser que a los romanos les debe producir cierta aprensión contraer nupcias en ese templo por la iconografía que representa al santo que da nombre a la iglesia, a la plaza en la que se ubica y al rione en el que está.
Eustaquio de Roma uno de tantos mártires cristianos. En realidad se llamaba Plácido y era un militar de graduación, todo un general, que combatió a las órdenes de Trajano. El hombre se convirtió al cristianismo y fue martirizado durante las persecuciones de Adriano.
La leyenda cuenta que el bueno de Plácido se fue a cazar y por los montes de Tívoli vio una magnífica manada de ciervos. Como buen cazador, Plácido se fijó en el ejemplar más grande y se dispuso a cobrar tan excelente trofeo con el que presumir en la popina, esto es, el bar restaurante de la antigua Roma.
Fue entonces cuando Plácido tuvo la visión: entre la cornamenta del ciervo vio a Cristo en la cruz que le pidió cuentas de porqué le perseguía a él y a los cristianos como militar romano. El Cruficado le anunció a Plácido que sufriría mucho por Él. Total, que el general se convirtió al cristianismo y se cambió el nombre por el de Eustaquio. Lo primero que perdió fue la graduación y echó por tierra su magnífica carrera castrense. Y si sólo hubiera perdido los galones... Posteriormente fue perseguido y martirizado junto con su esposa Teopista y sus dos hijos Agapito y Teopisto.
Por eso la iconografía que representa a Sant'Eustachio es la de un crucifijo entre las astas de un ciervo. Y en la iglesia dedicada en Roma a nuestro santo, se puede ver que el tímpano de la fachada no está coronado por un crucifijo normal y corriente, como en cualquier otra iglesia, sino que hay una cabeza de ciervo con una magnífica cornamenta de la que emerge la Cruz de Cristo.
Ahora imaginen ustedes la gracia que le puede hacer a cualquier romano o romana contraer en esa iglesia matrimonio, mirar hacia arriba y ver tan aparatosos cuernos. En resumen, nadie se casa en Sant'Eustachio.

Menos mal que es la iglesia que da nombre al barrio a pesar de que hay otras de mayores dimensiones y más importantes, como las de San Andrea della Valle, Santa María sopra Minerva o San Luigi dei Francesi, excepcional iglesia donde se pueden contemplar tres magníficos caravagios. El barrio no anda mal de monumentos y edificios importantes puesto que en él está el palazzo Madama, sede del Senado de la República Italiana, o el imponente Pantheon de Agripa.

Y sin embargo es la iglesia de Sant'Eustachio la que da nombre al rione. Otra curiosidad es que en mi último viaje a Roma, precisamente en este mes de agosto, quise visitar la pequeña iglesia después de tomarme el mejor café de Roma, el de la cafetería Sant'Eustachio, situado en la misma plaza. La sorpresa fue que estaba cerrada y había un cartel que decía que no volvería a estar abierta hasta el día 24 de agosto, cuando yo estaría de regreso a España. Es decir, que todo apuntaba a un cierre por vacaciones en una iglesia.

Es ahí donde me surgen muchos interrogantes sobre la organización parroquial y diocesana de Roma, cabeza del cristianismo en cuyo término municipal se puede encontrar cientos de iglesias. Con las pocas vocaciones existentes debe ser difícil que en cada iglesia haya un párroco que cuide espiritualmente de la feligresía. Además, en las parroquias debe haber una competencia feroz para ganarse feligreses porque, sobre todo en el centro histórico, uno sale de una iglesia y no ha hecho más que andar unos metros cuando se encuentra con otra.

Trataré de resolver estas dudas con una investigación al respecto y las expondré en otro artículo.