"Uno se enamora lentamente de Roma, poco a poco, pero para siempre" (Nikolai Gogol)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Facchino o los encuentros insólitos en Roma

A Il Facchino le da el sol de cara en las soleadas tardes romanas. A veces, cuando el calor aprieta y el sudor se nos hace insoportable, nos lo encontramos en la pared del Banco di Roma, junto a la Vía del Corso, y es una auténtica bendición porque por mucha canícula que haya, Il Facchino siempre nos da sensación de frescor.
Yo prefiero llamarlo la fuente del barrilete. Ya hablé de ella en un capítulo anterior cuando escribí sobre el agua de Roma, y tengo que reconocer que es de mis favoritas. Quizá lo sea porque al estar junto a la Vía del Corso, una de las pocas en las que no hay fuentes en Roma, su presencia allí se hace de lo más agradable para combatir la calorina. Es cierto que uno se va de compras por una de las principales arterias comerciales de la ciudad, si no la que más, y, sobre todo si es verano, llega un momento en el que la sed aprieta por lo que se acaba buscando desesperadamente una fuente. Si en esos momentos se está cerca de la piazza Venezia, la solución es Il Facchino, nuestro buen amigo el del barrilete por el que nunca deja de manar agua.
Si se me permite un inciso, quiero terminar de aconsejar en cuanto a la búsqueda de fuentes en las inmediaciones de Vía del Corso. Si se está a la mitad de la calle, al altura de piazza Colonna y del parlamento, la fuente más próxima está en la cercana plaza de San Silvestro. Si se esta más próximo al otro extremo de la calle, el de la piazza del Popolo, el consejo es cruzar la magnífica plaza y junto a la basílica de Santa María del Popolo saciar la sed en la fuente allí existente.
Pero había comenzado a escribir sobre ‘mi buen amigo’ il Facchino. Resulta que ahí donde la ven ustedes, un tanto semioculta en la pared del edificio del Banco di Roma, en una de las bocacalles que salen de Vía del Corso, es una de las estatuas parlantes de Roma, aquellas en las que en tiempos del gobierno de los papas sobre la ciudad eterna, para evitar la represión existente contra las voces discordantes, los romanos ponían por escrito sus proclamas y reivindicaciones en una serie de estatuas que había en la ciudad. Una de ellas era, y sigue siendo la de Pasquino, y otra, la de Il Facchino.
Antiguamente la estatua del barrilete estaba situada en el Corso, pero acabó siendo colocada donde hoy la vemos, en la confluencia de Vía del Corso con la Vía Lata.
Se sabe que esa escultura fue construida en torno a 1580 y que estaba basada probablemente en un diseño de Jacopino del Conte. La estatua representa a un hombre, que sostiene un barril. Es la más joven de las seis estatuas parlantes de Roma.
Parece claro que la escultura representa un aguador; de hecho, fue al parecer la corporación de aguadores la que encargó el diseño de la estatua a Del Conte. pero también hay quien sostiene que pudiera representar tanto a Lucero como a Abbondo Rizzio, un portero que murió mientras transportaba precisamente un barril. De hecho, la palabra italiana ‘facchino’ se refiere a alguien que porta o transporta pesadas cargas. Por ejemplo, un mozo de estación es un facchino.
De aquel portero, Abbondo Rizzio, la estatua tomaría el nombre de Il Facchino puesto que según un epígrafe a él dedicado, portaba al morir un barril de vino a la espalda, y otro dentro de su cuerpo. Es por esta razón que muchos romanos conocen a Il Facchino como la fuerte del portero.